“Nunca se sabe por qué sale un texto y no otro, por qué salen los que salen. A veces sale todo junto. A veces no.
Todo este proceso es lo que tiende el hilo hacia el lector.
Es un hilo que busca en el niño o el adulto que lee o escucha, la misma zona de deseo y fuerza desde la que el autor escribe. Es un encuentro y allí se produce el diálogo.
Cuando el lector pequeño logra entablar autónomamente el diálogo con el texto, logró mucho más que leer. Logró abrir espacios, ejercer su libertad, su pensamiento, afinar sus emociones y afectividad. De allí a producir sus propias ideas, sus imágenes y un imaginario personal, hay un solo paso. Y el lector puede compartir en una lectura, el mismo territorio que transitó el autor al escribir, desde su óptica, desde sus sentimientos”.
Laura Devetach